La culpa no es de Raymond

Álvaro no lograba escribir un párrafo desde hacía meses. Ni una línea, ni nada. La silla incómoda y el pánico por la hoja en blanco le venían jugando una mala pasada.
Álvaro no lograba escribir un párrafo desde hacía meses. Ni una línea, ni nada. La silla incómoda y el pánico por la hoja en blanco le venían jugando una mala pasada.
Los lugares comunes del amor siempre están ahí para ser vividos y contados. No hay mejor secuencia que la que inicia con un estado de sopor y cambia súbitamente.
Cada día, los bares se convierten en verdaderas salas de lectura de diarios, un fenómeno que desde hace tiempo forma parte del paisaje urbano. Y la costumbre no nos abandona.
Ella en el bar se inspira en este ámbito urbano y se acerca a su diversidad, a su esencia democrática. Y más que un pretexto temático, es un camino para explorar sus historias.