Ella en el bar se inspira en este ámbito urbano y se acerca a su diversidad, a su esencia democrática. Y más que un pretexto temático, es un camino para explorar sus historias.
El Cairo, de Santa Fe y Sarmiento (Rosario) – Foto: Marcelo Beltrame
Siempre me siento a gusto en los bares. Es una costumbre que se apropió de mí hacia finales de mi adolescencia, cuando empezaban a respirarse aires democráticos en mi país. En aquellos momentos, estos territorios se poblaban de una vitalidad desacostumbrada y se levantaban las vedas y el silencio instalados por la dictadura que golpeó a la Argentina durante siete largos años.
Por estas latitudes no sólo denominamos bares a los espacios nocturnos de diversión dónde se bebe alcohol, sino incluimos al típico café; lugares de paso que permiten un alto en la rutina, tanto para lograr un encuentro como para disfrutar momentos de soledad.
Bar El Real, de Tucumán al 1200 (Rosario)
Uno de los motivos de mi berretín por los bares es que me permiten estar sola y acompañada al mismo tiempo. Es como sentirse acunada por el murmullo de los otros, presencia que me incluye entre el tintinear de copas, tazas y el runrún de conversaciones animadas. Es que los bares nos permiten concentrarnos para escribir, leer algún libro o recorrer los titulares de los diarios. En mi caso, sigo empecinada en tocar el papel a la hora del café.
Quienes frecuentamos estos espacios mundanos sabemos que son escenario de las más variadas actividades e historias. El trabajo, las charlas entre amigos, los proyectos compartidos, la pausa, la vigilia, el encuentro amoroso (o el desencuentro), o simplemente ver pasar la vida desde la ventana, hacen del bar su soporte vital.
Así, el bar aparece no sólo como espacio social donde se construyen los relatos sino como una metáfora de la vida con sus posibilidades infinitas, su variedad de caminos que nos invitan y sus atajos que nos encuentran. Es una propuesta que surge desde estos ojos que miran al mundo y desde esta voz que sigue explorando matices nuevos.
Siempre me inquietó el diálogo entre la escritura y la imagen, un vínculo que a partir de la irrupción de internet viene encontrando nuevos sentidos y renovando viejos contratos. En esa línea, nos enseña que las mejores historias y los pensamientos más lúcidos son los que se comparten.
El recorrido de este sitio con espíritu de blog recién comienza e intuyo que transitará lejos de la linealidad. Es más, aspiro a que navegue en el máximo de ondulaciones, también con la incertidumbre de no saber siempre adónde ir.
Por eso, al comenzar invoco palabras de Margarite Durás a través de Escribir, uno de esos libritos de cabecera a los que siempre vuelvo: “Si se supiera algo de lo que se va a escribir, antes de hacerlo, antes de escribir, nunca se escribiría, no valdría la pena”.
Alentada por ese espíritu, hoy se suelta Ella en el bar.
Que lindo que escribís. Es una alegría y un orgullo que hayas inaugurado este blog en donde espero escribas tus pensamientos, anécdotas, deseos y mucho más, sin ataduras y siendo la dueña de tus propias palabras. Tomo este texto a modo de introducción y espero muchos más. Te quiero. Tu sobri.
Catalina querida, gracias por tus palabras que alientan y hacen sentir tu cercanía. Cuando arrancamos con un nuevo proyecto, por más pequeño o humilde que sea, es muy importante el estímulo que llega de las personas que más queremos. Ojalá podamos seguir compartiendo palabras y espacios de libertad juntas. Abrazo
No hay etapa de mi vida que no este acompañada por un bar. Cuando era chica, pero chica de verdad, de dejar los dientes debajo de la almohada y esperar la moneda mágica, pasaba por el bar de Dorrego y 9 de Julio y se me hacía un fortín inexpugnable,lleno de grandes hablando de fútbol. Más tarde, pero no mucho más, mi viejo, el Buby Arpesella, me machacaba con la Santa María y el bar-pizzeria de Dorrego y San Juan (hoy Albahaca) Las pizzas sublimes, que SI existen, solo se comían ahí. Pasada la adolescencia y los decretos militares, me recibe el «Amambay» frente a la Plaza Sarmiento. Descubrí la cerveza y los triples al mismo tiempo que al Pepe Rosa y los historiadores revisionistas. Pero no fue en soledad. Íbamos en bandadas. La discusión nunca decaía. Estoy convencida que si hoy pasan, en alguna mesa debe haber quedado el Negro Dato discutiendo sobre el peronismo. Después vino Humanidades y el «Imperial». La Vero aparecía y el mozo ya le destapaba la Quilmes, no importaba en que mesa nos sentáramos. Pasaron años y bares, el «Ancla» con los compañeros sistémicos y el ¡Londres! de Rioja y Maipu cerró para realizar la graduación más fantástica que los sistémicos hayan realizado.Bueno, dejó acá, agradecida hasta el infinito por permitirme recordar. ¡La idea de este blog es extraordinaria! Saludos
Annabella, tus evocaciones sobre estos espacios de socialización y cómo nos ayudan a articular nuestras historias familiares, pequeñas, íntimas con los tiempos colectivos son interesantes y seguramente a muchos identifica. Y también me entusiasma que recuerdes a los bares como escenarios de discusiones apasionadas, ya que en estos lugares la política aparece como una síntesis perfecta entre ideas y emoción. Es para seguir pensando y escribiendo en torno a este tema. ¡Gracias por acompañar y compartir tus vivencias!
Como me gusta como pensás y como lo decís …me entusiasma tu entusiasmo ..estaré atento a todas tus propuestas con ganas de escuchar, ver y opinar. Siento que será puro disfrute y encuentro !!!
Desde este lado ya se está disfrutando y el anhelo es que desde allá también. Y que este espacio sea estimulante para pensar…¿qué más se puede pedir? Muchos saludos y por aquí nos seguiremos encontrando. ¡Gracias!
Mariela hermosa amiga periodista inquieta buscadora de nuevos espacios y estímulos que nos conectan con la vida, entre nosotros y hasta espacios impensados, inimaginables, por estas ventanas que nos abris al mundo a la imaginación al encuentro y al interior de nosotros mismos… gracias porque ella en el bar nos lleva a todos de la mano y es hermoso dejarnos llevar, abrazo inmenso, ana rita
«Así, pues, Ahmet Rasim, a lo largo de medio siglo, escribió sin parar sobre todo lo que se refiriera a Estambul: de los diversos tipos de borrachos a los vendedores de los suburbios; de los dueños de los colmados a los malabaristas callejeros; de los músicos a los pordioseros; de la belleza de los barrios del Bósforo a las tabernas; de las noticias cotidianas a las de la Bolsa; de los parques y plazas y lugares de diversión a los mercados semanales; de las bellezas individuales de cada estación del año a las muchedumbres; de los juegos con bolas de nieve y trineo a las historias de la prensa; de los cotilleos a los menús de los restaurantes”. Mi agradecimiento es doble, también por Orham Pamuk. Ojalá ese espíritu, el de «corresponsal de la ciudad» al que se refería el escritor turco, oriente los pasos de Ella en el bar.
Hola, sì , los bares fueron siempre motivo de inspiraciòn en soledad. Allì durante dècadas planificaba mis clases o me sumergìa en mi memoria para recordar y evaluar a mis alumnos.Nada como un bar para trabajar y concentrarme …. culquiera puede ser… donde el destino me lleve.
Tambien estaba dentro de mis planes un rico cafè con leche (nada parecido al que hago en casa) con unas buenas medias lunas: una salada y otra dulce. . Ahora aprovecho la ocaciòn para seguir disfrutando de un buen desayuno acompañada por el diario de la ciudad»la Capital»o de alguna amiga/o para charlar de tiempos pasados, presentes y futuros!
Me encantò la idea de este blog! felicitaciones
Gracias Ana, y esperamos seguir estimulando todos esos recuerdos y que este espacio te siga acompañando como lectura durante esas recorridas y momentos que contás sobre tu vida en la ciudad